Ventas de cosméticos en marketplaces: ¿qué implicaciones legales existen en Francia y la UE?
Las ventas de cosméticos en Internet han aumentado considerablemente en los últimos años, especialmente desde el inicio de la crisis sanitaria en 2020. En este contexto, los conocidos «marketplaces» se encuentran entre los actores más relevantes, trayendo consigo enormes perspectivas, pero también numerosos obstáculos, especialmente en cuanto a dificultades legales.
¿Cuáles son las implicaciones legales de vender a través de estas plataformas en Francia y la UE, en términos de responsabilidad y seguridad?
¿Qué es un marketplace?
Los marketplaces son plataformas digitales que reúnen a proveedores y consumidores con el fin de vender un producto. Representan una excelente oportunidad para que los vendedores lleguen a nuevos clientes.
Estas plataformas no deben confundirse con sitios de comercio electrónico multimarcas, que no funcionan como intermediarios, sino que venden directamente los productos disponibles. Algunos sitios, como Go Ethnyk o Feelunique, combinan la distribución de cosméticos con un enlace entre las marcas y los compradores, similar a Amazon.
¿Es necesario distinguir entre ambos modelos?
Sí, porque los regímenes de responsabilidad respectivos son muy diferentes y las implicaciones de este calificativo, en el caso de la conformidad del producto, son complejas en la práctica, tanto para los operadores como para los clientes.
El régimen jurídico específico de los marketplaces
En efecto, aunque los marketplaces están sujetos a una serie de obligaciones específicas como plataformas en línea (particularmente en cuanto a transparencia y prácticas comerciales justas), no operan como vendedores y, como intermediarios, se benefician de un régimen de responsabilidad limitada que los exime de responsabilidad civil y penal si los productos no cumplen con las normativas.
Este marco de responsabilidad limitada, que también les permite evitar la necesidad general de supervisar el contenido accesible en sus plataformas, está, sin embargo, sujeto a ciertas restricciones. En particular, deben desconocer la naturaleza ilícita de los productos y, si tienen conocimiento de ello, deben retirarlos rápidamente de la plataforma.
Sobre todo, su identidad como «anfitriones» se asocia a su rol como una «tienda» pasiva que almacena y pone a disposición del público las ofertas de los vendedores, sin tener una «parte activa» en la venta o en el control de los productos. De otro modo, se les denomina «editores» y si un usuario de su plataforma vende productos ilícitos, pueden enfrentar cargos civiles o penales.
La seguridad de los productos desde el punto de vista de los clientes
Esto se sabe desde hace tiempo: las inspecciones de mercado por parte de las autoridades (especialmente la DGCCRF en Francia) muestran tasas extremadamente altas de productos no conformes, si no directamente peligrosos, y 2020 ha intensificado aún más esta tendencia. Los cosméticos se encuentran consistentemente entre los productos con mayores tasas de no conformidad en este sentido.
De hecho, muchos comerciantes fuera de la UE tienen acceso directo al mercado europeo a través de enormes marketplaces. Sin embargo, para muchos vendedores, el cumplimiento de las estrictas leyes europeas no siempre es una prioridad. Como resultado, existe una amplia gama de productos en estas plataformas que no cumplen con los mismos requisitos que los productos europeos (especialmente en términos de contenido, declaraciones o la identificación de una persona responsable con sede en Europa), algunos de los cuales pueden ser peligrosos para los consumidores.
Por otro lado, las autoridades requieren acceso a los proveedores para poder actuar. Aunque se exige que los vendedores proporcionen su información de contacto en los marketplaces, esto no siempre permite a las autoridades nacionales contactar a los vendedores infractores que se encuentran al otro lado del mundo (y en países que no siempre están dispuestos a cooperar con las autoridades europeas).
Encontrar el equilibrio perfecto
Para las autoridades, este es un gran desafío: la mayoría de las veces, su único interlocutor son los marketplaces, que, en teoría, solo tienen una responsabilidad limitada por estos incumplimientos y, aunque cumplan con sus obligaciones de retirar cualquier producto informado como no conforme, el número de productos en venta es tan grande que los recursos de las autoridades son insuficientes.
Como resultado, a pesar de los anuncios tanto de Bruselas como de París sobre nuevas y cada vez más restrictivas normativas, es difícil encontrar un equilibrio entre la responsabilidad de las plataformas, que no puede ir demasiado lejos sin poner en peligro el sistema, y la necesidad de proteger los intereses y la salud de los consumidores europeos.
En cualquier caso, todo operador de marketplace (actual o futuro) debe ser prudente al definir explícitamente su función e intervenciones en la interacción vendedor-comprador. Y solo podemos aconsejar que el operador reciba un apoyo eficaz, ya que, además de la seguridad de los productos, muchas otras limitaciones regulatorias, como las nuevas leyes fiscales o las relacionadas con la economía circular derivadas de la Ley AGEC, tendrán una influencia directa en este modelo.